Honduras pierde rápidamente su terreno de competitividad. Las exportaciones han caído, las reservas internacionales van en picada y la economía se ha desacelerado.

Los informes especializados revelan que Honduras pierde diariamente entre 12 y 15 millones de dólares de sus reservas internacionales, en tanto los reportes del Banco Central reflejan que hasta finales de la semana anterior el país contaba con 6,927 millones de dólares, con una cobertura de 4.4 meses de importaciones.

En un año y medio, los activos en moneda externa tuvieron un alarmante descenso de casi 1,400 millones de dólares como resultado de una economía deprimida y en involución.

¿No tendría que revisar el Gobierno sus políticas económica, cambiaria y monetaria? Porque el derrumbe de las reservas internacionales es un riesgo, cuyas consecuencias no han sido tratadas en su cruda dimensión.

La limitada disponibilidad de dólares amenaza con producir más problemas y provocar una pérdida en sus niveles críticos de las reservas internacionales, que son una variable clave para mantener la estabilidad macroeconómica por su intervención directa en el mercado cambiario.

Dentro de este panorama de incertidumbre, la captación de divisas también muestra un debilitamiento. Hasta la semana pasada, el ingreso fue de 8,605 millones de dólares frente a un gasto de 8,887 millones de dólares, de lo que resulta un déficit de 282 millones.

Las remesas tampoco crecen al ritmo de los períodos anteriores. Hasta mayo, este flujo alcanzó 3,870 millones de dólares, apenas 148 millones de dólares encima de la suma recibida en el mismo tiempo de 2023.

Y en los otros rubros generadores de divisas, las cifras son negativas. Las exportaciones registraron una disminución de nueve por ciento como resultado de una menor demanda internacional, una raquítica oferta de productos y una caída en la fuerza de trabajo.

Nuestra economía ha tenido un insuficiente crecimiento promedio de tres por ciento, un síntoma claro de que el aparato productivo ha retrocedido en su capacidad de diversificación y en su dinamismo.

La economía está postrada. Los propios reportes oficiales apuntan que, en el primer trimestre de este año, el Producto Interno Bruto decreció un 0.3 por ciento en comparación con el período octubre-diciembre de 2023.

Y si revisamos los otros indicadores de relevancia en el comportamiento de la macroeconomía, obtenemos que la inversión extranjera directa no llega; más bien se ha ahuyentado, la incertidumbre jurídica se profundiza y, adicionalmente, cada vez es menor el volumen de nuestros bienes colocados en los mercados externos.  

Si no se adopta y pone en práctica una política integral dirigida a incrementar la producción, nuestro país seguirá hundiéndose en una economía de gris desempeño, sin capacidad competitiva, infértil para la inversión extranjera y sin horizonte claro para provocar desarrollo.