La indignación aflora por la desatada violencia criminal contra las mujeres en el primer bimestre en Honduras.

Se estima que una fémina ha sido ultimada cada 12 horas. La frecuencia con que son perpetrados esos hechos salvajes se ha incrementado, porque hasta febrero del año pasado se registraba un asesinato cada 20 horas.

La muerte de la pasante de enfermería, Keyla Martínez, en una celda de la Policía Nacional en Intibucá, ha levantado las voces de condena de organismos feministas y de defensa de los derechos humanos por las circunstancias en que se ha producido y que le han convertido en un episodio mediático.

Sin embargo, desde el fin de semana se multiplicaron los asesinatos de miembros del sexo femenino de manera alarmante, en una expresión de la extrema violencia de género, cuyo término es demandado "a gritos" por la ciudadanía.

El miércoles (10.02.2021) se reportó el asesinato de la madre de dos niños identificada como Lidia Majano, a manos de su esposo, en el departamento de Yoro. Horas atrás se había notificado el hallazgo del cuerpo de Leonor Cálix en Atlántida, con impactos de bala y con signos de haber sido ultrajada sexualmente.

En Siguatepeque, Comayagua, una joven de 19 años de nombre Yamileth Hernández, pereció a causa de las heridas provocadas por 20 puñaladas. Y Alda Flores, una menor de 15 años apareció sin vida en Roatán, Islas de la Bahía, pocas horas después que un hombre -a quien había conocido por las redes sociales- llegó por ella a su casa.

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Los estudios del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional revelan que los asesinatos de mujeres tienen lugar preferentemente los fines de semana en un horario entre las 6 de la tarde y las 9 de la noche.

Seis de cada diez homicidios contra las féminas son ejecutados con armas de fuego y cerca del 20 por ciento son llevados a cabo con instrumentos corto-punzantes.

El grupo de mujeres más afectado es el comprendido entre 15 y 29 años de edad en los departamentos de Cortés, Santa Bárbara, Copán, Lempira, Intibucá, Atlántida, Olancho, Francisco Morazán y Valle, convertidos en territorios donde más corre la sangre de las mujeres.

La Organización Mundial de Salud califica que “la violencia contra la mujer es un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las víctimas”.

De acuerdo con el Instituto Nacional de la Mujer, “la violencia contra las personas del sexo femenino es una práctica cultural generalizada, que viola los derechos humanos y libertades fundamentales y atenta contra su integridad".

La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer establece que “se deben tomar las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, con el objeto de garantizarle el ejercicio y el goce de los derechos humanos y libertades fundamentales en igualdad de condiciones con el hombre”.

Todas estas declaraciones se han quedado reducidas a letra muerta. En Honduras se han desarrollado avanzadas manifestaciones de odio y de criminalidad contra las mujeres.