La pandemia ha dado un duro revés al sistema educativo nacional que ya mostraba signos de deterioro acumulado por muchas décadas. Y es que los alumnos, los docentes y el resto de los actores del aparato de enseñanza-aprendizaje, se encuentran en un estado de abandono.

Uno de los indicadores que refleja el infortunio del país en materia educativa es la escolaridad. El cierre de las escuelas y colegios, lo mismo que la desvinculación de los niños y de los jóvenes por la falta de recursos para conectarse a las plataformas virtuales, hicieron retroceder a la población hondureña en los años de formación intelectual y asimilación de conocimientos.

Hace casi una década, las autoridades de turno destacaron como un logro cualitativo que el país hubiese pasado de cuatro a seis años de escolaridad.

Pero los expertos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), han alertado que los efectos de la pandemia y de los fenómenos naturales que azotaron Honduras en los últimos dos años han provocado un significativo retroceso no de dos, sino de tres niveles de escolaridad.

Honduras no puede seguir con escuelas, colegios y universidades cerradas por tercer año consecutivo, porque esto sería una desgracia para el país, han sentenciado expertos en ciencias de la educación.

Te podría interesar: Editorial HRN: El regreso sin demora a las aulas de clases y la reconstrucción de la infraestructura escolar

No se trata simplemente de los grados de formación educativa. Se añade el hecho que Honduras retrocedió muchos años en la cobertura, permanencia de los alumnos en las aulas, infraestructura y calidad, peldaño este último donde se manifiesta un atraso de por lo menos un lustro.

El sistema educativo se encuentra sumido en la desatención, por lo que se requiere de una gran movilización para avanzar hacia la recuperación de todo el aparato de enseñanza-aprendizaje.

Honduras podrá situarse en el plano de los países en progreso, siempre y cuando sus recursos humanos estén formados con oportunidad, con capacidad y con potencialidades dentro del concepto de educación para el trabajo productivo y para la generación de conocimiento.

Hay que dirigir las políticas públicas hacia una sola finalidad: Definir el compromiso de todos los actores del sistema educativo, darle sostenibilidad a los programa tanto formales como informales y volver más democrático y equitativo el acceso a los servicios de enseñanza-aprendizaje.

También son una prioridad elevar la cobertura la educación y emprender una cruzada más vigorosa a favor de la calidad y del incremento en el grado de escolaridad de los hondureños.