Este año el público ha tenido que soportar las entregas más largas de las franquicias "Indiana Jones", "John Wick" y "Misión: Imposible". "Oppenheimer2, la superproducción de tres horas de Christopher Nolan, necesitó 18 km de cinta para su proyección en IMAX.
El 20 de octubre llega "Los asesinos de la Luna", una espeluznante película del viejo oeste del director Martin Scorsese. Con casi tres horas y media, su duración es casi el doble de la película promedio del año pasado. Incluso a los cinéfilos les cuesta concentrarse durante tanto tiempo.
En mayo, durante el estreno en el Festival de Cannes, algunos espectadores se quedaron dormidos. Después hubo una carrera enloquecida (y una larga fila) para ir al baño. ¿Cuándo se hizo tan pesado ver una película?
The Economist analizó más de 100.000 largometrajes estrenados en todo el mundo desde la década de 1930, el comienzo de la edad de oro de Hollywood, utilizando datos de IMDb, una base de datos de películas.
La duración promedio de las producciones ha aumentado un 24 por ciento, pasando de una hora con 21 minutos en la década de 1930 a una hora con 47 minutos en 2022. Las películas más taquilleras son las peores infractoras.
Para los diez títulos más populares (medidos por el número de críticos que califican las películas en IMDb), la duración media llegó a cerca de dos horas y media en 2022, casi un 50 por ciento más que en la década de 1930.
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Los cineastas empezaron a producir películas de larga duración a principios de la década de 1960. El cine estaba en auge y los autores querían distinguir su arte de la televisión. Las películas épicas llegaron a la gran pantalla, como “Lawrence de Arabia” (1962), que superaba las tres horas y media, y “Cleopatra” (1963), que originalmente duraba más de cuatro horas, pero luego se redujo.
En aquella época, el público disfrutaba de un intermedio mientras el proyeccionista preparaba las bobinas para el siguiente acto. La duración de las películas más populares fue fluctuando en las décadas siguientes (y se alargó en algunos países, como India, conocida por sus sagas de Bollywood). Pero desde 2018 se han disparado.
Las franquicias son uno de los impulsores de esta tendencia. Los estudios quieren sacar el máximo partido a su costosa propiedad intelectual, pero compiten con las plataformas de transmisión en continuo por los espectadores.
La esperanza es que una película “evento” espectacular y prolongada tiente al público a alejarse de la pequeña pantalla y acudir a las salas de cine. A menudo, esta estrategia ha dado sus frutos: “Avengers: Endgame” (2019), la extravagante película de superhéroes de tres horas de Marvel, fue la más taquillera de 2019.
El año pasado, las películas de franquicias largas constituyeron la mayoría de las películas más taquilleras en Estados Unidos.
Cualquier cosa que levante a la gente de sus sofás para ver una película en cines es una buena noticia para la industria. Pero la larga duración también plantea un “problema fundamental”, se queja Clare Binns, directora general de Picturehouse, grupo británico de cines y distribuidor de películas.
Las películas largas pueden suponer la renuncia a dos proyecciones por noche, lo que perjudica la venta de entradas y los beneficios.
Otra explicación para las películas más largas tiene que ver con la creciente influencia de los directores. ¿Quién se atrevería a decirle a un director como Nolan que recorte sus obras maestras?
Las cadenas de transmisión en continuo, que no tienen que preocuparse tanto por la concisión porque los espectadores pueden hacer pausas cuando quieran, atraen a grandes nombres con bolsillos llenos y promesas de libertad creativa. “Los asesinos de la Luna” se estrenará en AppleTV+ tras su paso por los cines.
En 2019, Netflix financió y estrenó la también larga “El irlandés”, de Scorsese, una película que se habría beneficiado de un editor decisivo, proveniente de Irlanda o de cualquier parte.
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