Estos virus, que han permanecido congelados durante miles de años, podrían liberarse debido al cambio climático y el consiguiente deshielo del permafrost. Esto representa un riesgo particularmente en regiones como Canadá, Siberia y Alaska.

Investigadores, incluyendo al genetista Jean-Michel Claverie de la Universidad de Aix-Marseille, han revivido varios de estos virus antiguos, aunque hasta ahora solo han logrado infectar organismos unicelulares.

Sin embargo, existe la preocupación de que virus capaces de infectar humanos también puedan estar presentes en el permafrost. Estos virus podrían incluir enfermedades con las que nuestros ancestros lidiaron o incluso virus tan antiguos que nunca han impactado a nuestra especie.

La situación se complica ya que, si bien se espera que las bacterias prehistóricas patógenas puedan ser controladas con los antibióticos modernos, no hay tratamientos ni vacunas específicos disponibles inmediatamente para enfermedades causadas por virus antiguos desconocidos.

Además, el deshielo del permafrost en Siberia ya ha sido vinculado con brotes de ántrax en renos.

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En respuesta a estas amenazas, los científicos están trabajando en la creación de una red de monitoreo en el Ártico para identificar casos tempranos de enfermedades causadas por estos virus y establecer instalaciones de cuarentena y experiencia médica para tratarlos sin que salgan de la región.

Este descubrimiento subraya la importancia de considerar los riesgos potenciales que el cambio climático y el calentamiento global podrían traer, más allá de los impactos ambientales directos.

La posibilidad de que enfermedades antiguas puedan resurgir es un recordatorio de que los efectos del cambio climático pueden ser impredecibles y potencialmente devastadores para la salud humana.

Nota elaborada con ayuda de IA

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