Los 90,000 compatriotas, población economicamente activa, que en 2023 perdieron sus empleos, seguramente van a terminar el 2024 sin poder recuperar sus fuentes de ingreso.

De los cien mil jóvenes que este año egresarán, con título en mano, de las universidades públicas y privadas, la gran mayoría tendrán que esperar hasta siete meses, mínimamente, para poder conseguir una chamba en el mercado laboral, público o privado.

Un desesperante escenario de desaliento e incertidumbre, de no saber qué esperar, en un país en el que la clase política gobernante le ha robado las oportunidades a unos 500 mil hondureños que conforman el ejército de desalentados y desesperanzados activos laborales en paro.

Nos aprestamos a entrar a la recta final del 2024, y la falta de trabajo que golpea a unos 3 millones, 300 mil compatriotas, seguirá siendo nada más una referencia estadística y una variable más en los análisis de estudio del fenómeno más  apremiante que enfrenta Honduras.

Cerraremos el 2024 con unos cuatro millones y medio de hondureños en riesgo por inseguridad alimentaria, y con unas 270 mil personas que este año se habrán sumado a la población amenazada por la falta de alimentos, en tanto las áreas productivas del país se reducirán más en unas tres mil manzanas cultivables.

Sombrío panorama y dramáticas proyecciones, mientras la negligencia, el desenfoque respecto a las prioridades y la improvisación, agravan las condiciones de vida de los hondureños.

La prioridad común de la ciudadanía, que no es otra más que su clase gobernante atienda con diligencia los problemas que le afligen, como el desempleo, la desigualdad y la inseguridad, ha terminado siendo engullida por la pérdida de visión y misión de la institucionalidad gobernante, y lo que es peor, por la deshumanización misma del poder político, carente además, de un enfoque integral o claro con respecto de las políticas públicas que son su responsabilidad.

Esta semana de nuevo, el sector empresarial se quedó a la espera de ser llamado a integrar las mesas de trabajo para comenzar a darle forma a la estrategia intersectorial para generar nuevas fuentes de trabajo y recuperar una buena parte de los 90 mil empleos perdidos en 2023.

Pero la prioridad de la actual administración esta semana, es la costosa instalación en Tegucigalpa del temido foro de sao paulo, la plataforma ideologizada de los partidos de izquierda del continente americano.

Una clase política gobernante que continúa “cultivando” nada más que incertidumbre y desaliento, mientras no terminamos de creerlo y declararlo como sociedad, que sin la participación activa ciudadana como propósito y bandera de lucha, la democracia no será nunca en Honduras, ni robusta ni inclusiva.