Las cifras difundidas por el Banco Central de Honduras plantean que el índice de inflación está controlado y que se encuentra dentro del rango de tolerancia que ha sido fijado entre las metas de desempeño de la economía en 2024.

Los reportes de la institución rectora de la política cambiaria y monetaria reflejan que los precios al consumidor disminuyeron notablemente en el mes pasado.

Desde luego que ha sido de interés de la administración gubernamental convencernos que las medidas de política económica están pensadas para lograr un beneficio común.

Y, en este afán de presentar medias verdades o cifras interpretadas caprichosamente, los voceros oficiales de la presente gestión nos han repetido que la tasa inflacionaria interanual hubiese llegado a 6.48 al primer cuatrimestre de 2024 si no se hubiesen tomado disposiciones que permitieron llevar ese indicador a menos de cinco por ciento.

Si ahondamos en lo que ocurre en el plano de la realidad, las cifras que aparecen en los informes oficiales son un espejismo; son números engañosos analizados de manera nominal y no real.

Los mismos datos oficiales indican que la inflación interanual se ha incrementado. Entre febrero de 2023 y febrero de 2024, la inflación fue de 4.50 por ciento; entre marzo de 2023 y marzo de 2024, subió a 4.76; y entre abril de 2023 y abril de 2024, ha llegado a 4.84 por ciento.

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El elevado costo de vida es el peor castigo. ¡Vaya si lo saben siete millones de hondureños que forman parte de los hogares que en nuestro país apenas pueden cubrir la tercera parte del costo de la cesta básica de alimentos!

El conjunto de alimentos de consumo esencial se ha disparado hasta los 13,000 o 15,000 lempiras, una suma que no está al alcance de la mayoría del pueblo que no tiene un empleo; esto es, una fuente segura de ingresos.

Contrario a lo que expresan los informes del Banco Central, el costo de vida no se ha mantenido a la baja, más bien se ha elevado. Los testimonios de los consumidores lo reflejan tal cual, sin medias tintas ni apreciaciones desviadas de los datos estadísticos.

Honduras es el segundo país del área con una de las tasas de inflación más alta de Centroamérica y también el que capta el menor flujo de inversión extranjera directa.

La desaceleración económica, el alto endeudamiento, la no llegada de capital foráneo, la pérdida de puestos de trabajo y la caída de la capacidad adquisitiva condenan a la población a seguir viviendo en la pobreza. Honduras necesita crecer a tasas promedio de seis y siete por ciento, crear 120,000 trabajos anuales, en promedio, y apoyarse en políticas de desarrollo económico, orden financiero y, sobre todo, equidad social.

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