Las horas aciagas que vivimos en Honduras deberían de servirnos para reflexionar en la mala dirección hacia la cual nos conducen las autoridades, la insensatez de nuestros líderes y dirigentes y la calamitosa situación que enfrenta el pueblo.
 
La creación de las Zonas Especiales de Empleo y Desarrollo (ZEDE), ilustran de manera exacta cómo nuestra clase política no actúa consecuentemente con las leyes, ni con los postulados del Estado de Derecho, tampoco en concordancia con el interés nacional.
 
Las Zonas Especiales son un camino desviado que han tomado -con premeditación- quienes están en el poder del país, abanderados por el discurso populista de atraer inversión de capital foráneo, crear fuentes de empleo y generar riqueza.
 
Al calor de ese "espejismo", el actual régimen ha planteado las Ciudades-Estado como la alternativa para crear territorios de "primer mundo" y de prosperidad en su grado superlativo.
 
Las ZEDE son defendidas con empecinamiento por parte de líderes y dirigentes que son catalogados como "insensatos", en vista de la profunda conflictividad social que han generado a raíz de su "aberrado proyecto".
 
Y es que, en esta trama hay complicidad de los tres Poderes del Estado, que no solamente conspira contra la institucionalidad y la soberanía de Honduras, sino que profundiza la inestabilidad social, económica y política.
 
En la actual coyuntura, No es ni apropiado, ni justo ni honesto que se propicie desde la cúpula del poder político y económico una convulsión que puede resultar irreversible para Honduras.
 
¿Por qué quienes conducen los destinos del país se niegan a hacer la voluntad del pueblo y a escuchar a las mayorías, que es un mandato de la democracia?.

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Partidos políticos de la oposición, organismos de la sociedad civil, instituciones de enseñanza superior, así como la empresa privada, la Iglesia Católica y Evangélica, lo mismo que agrupaciones de profesionales, centrales campesinas, federaciones obreras, fuerzas vivas y autoridades edilicias, se han pronunciado en total rechazo a las ZEDE.
 
Encaramos en el país un clima de conflictividad que no puede ser llevado a sus últimas consecuencias, porque Honduras está envuelto en una anarquía.
 
En crisis, hay que apostarle a la armonía, a las alianzas, a la búsqueda del bien común, a la procura de la justicia y no a las acciones viscerales de los grupos que tratan de medrar en la corrupción, en la impunidad y en el aprovechamiento de nuestras miserias.

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