Comenzó la temporada lluviosa y el sector oficial –cuando ya el partido ha comenzado- le manda a decir a los agricultores que está listo para financiar la producción de maíz.

¿Listo justo ahora para financiar la cosecha, mientras más de la mitad de los productores le han asegurado a esta casa de radio que ya más bien procedieron a preparar la tierra y a sembrar sus parcelas?.

¿No se estará actuando a destiempo o al tenor de la estructural veda al financiamiento como el reflejo de la conspiración histórica contra la milpa y contra quien produce la comida que nos comemos?

Antes de que iniciara la temporada lluviosa, el gobierno solo había anunciado la apertura de una línea de crédito de apenas 150 millones de lempiras del denominado fondo de garantía Firsa, a través del cual –decían- financiarían a unos mil 500 productores. ¿Mil 500 productores de maíz y frijol?   

El Banco para la Producción y Vivienda (Banhprovi), anunciaba apenas el 20 de mayo, que con esa línea de crédito estaba hecho el zurco de la reactivación de la cadena productiva nacional para asegurarles la comida a los hondureños por los próximos 12 meses.

El banco oficial aseguraba además que con dicha línea de préstamos se garantizaba  también la democratización del crédito, al tiempo que ampliaba la cobertura al poner en las manos de mil 500 productores,  mil 500 productores, 150 millones de lempiras.                                                                                                                                       

Aunque la agricultura revista una importancia estratégica en el desarrollo del país, paradójicamente el productor no ha sido ni sujeto de crédito ni mucho menos ha despertado el interés del financista privado y público, y una evidencia es que habiendo comenzado la época de siembra, el financiamiento al cultivo ronde parámetros tan limitados y pobres.

La cartera agrícola privada apenas pudo sobrepasar en los últimos años el cinco por ciento mientras los créditos para el consumo  sobrepasó  el 45 por ciento de la misma.

El sector agrícola sigue sin ser sujeto de  financiamiento y crédito, y eso que la generación de riqueza se cimenta sobre los quehaceres del campo. De ahí  depende la seguridad alimentaria del país, la oportunidad de bajar los índices de pobreza y la providencia misma para que honduras diversifique su oferta exportable.

La milpa necesita iniciativas y políticas integrales que empoderen la sostenibilidad productiva y la misma seguridad alimentaria. Pero aquí el productor sólo se ha quedado viéndola pasar.