Se ha desatado un verdadero "fuego cruzado" entre los transportistas que se han hecho llamar "legales" y aquellos que se dedican al mismo rubro, pero que son endilgados como "torcidos" o "brujos".

La competencia entre unos y otros se volvió descarnada. Es evidente que el caos que prevaleció siempre en el sector transporte nunca fue superado y ahora tomó nueva fuerza.

Los señores que están al frente del Instituto Hondureño del Transporte Terrestre están en la misma disyuntiva, tienen delante de sí el conflicto de siempre y están desafiados por la mafia que se enraizó en la actividad.

La incapacidad del mencionado organismo gubernamental para resolver el añejo desorden en el sector transporte está a "flor de piel", como lo dejan de manifiesto las acciones de presión que han emprendido los calificados como "brujos".

Repasamos lo que ocurrió el viernes: Este grupo de protestantes atacaron a piedras una unidad en la que se trasladaban empleados del Hospital Psiquiátrico Santa Rosita, cuando circulaba sobre un bulevar de la capital, lo que provocó toda una histeria.

¡Las protestas de los transportistas “ilegales” han llegado a mayores! En consecuencia, se vuelve obligatorio que se lleve a cabo un replanteamiento de los operativos de decomiso e imposición de multas a los transportistas que no cuentan con el permiso de explotación de rutas.

Más que estas acciones inmediatas, es hora que el problema sea intervenido a fondo y que se coloquen en su justa dimensión sus implicaciones y respuestas radicales.

Se recuerda que hace unos años, los denominados "legales" denunciaron que ocho de cada diez unidades puestas en circulación por sus rivales habían sido adquiridas con dinero de la extorsión. ¿Qué pasó con la investigación de esta especie extrema?

Pasaron muchos años desde que germinaron las redes de corrupción que hicieron posible la entrega de licencias"a diestra y siniestra", el tráfico de números de operación y la autorización de rutas al mejor postor.

Es vergonzoso que no haya cambiado nada y que todos esos vicios persistan. El conflicto de los automotores que prestan su servicio ilegalmente se ha agravado, porque el Instituto de Transporte no ha logrado encontrar los términos de una solución pronta.

Existe una maraña casi imposible de desenredar. No sólo son los autobuses "brujos" el todo del conflicto, sino los taxistas que exigen que sean expulsados del mercado aquéllos que trabajan en la modalidad VIP.

En la misma tabla falsa se encuentran los transportistas de la modalidad de lasmoto-taxis, un rompecabezas que tampoco ha sido posible armar, aunque sea parcialmente.

En fin, son varios los capítulos de la torcida historia del transporte público en el país y diversos los pasos que es imperativo dar para marcar claramente la ruta de la legalidad, la normalización y la transparencia en la operación del rubro que, por ahora, está corrompido y errático.