Los datos son concretos: Nada más cuatro de cada diez profesionales de nivel superior logran insertarse en trabajos correspondientes con su área de conocimiento.

Otros estudios revelan una situación más crítica, porque apuntan que el porcentaje de ocupación es del 20 por ciento y que el grado de desempleo entre quienes concluyen su formación en los establecimientos universitarios se eleva al 80 por ciento.

Los licenciados en Administración de Empresas representan el mayor porcentaje entre los profesionales que no tienen espacio en la actividad económica nacional.

Los registros de la Secretaría de Trabajo indican que del total de personas con desempleo abierto en el país, los graduados de esta área constituyen el nueve por ciento.

La causa es que la oferta es mayor que la demanda. Esto mismo ocurre con quienes han egresado de las carreras de Relaciones Internacionales, Derecho y Medicina.

Se calcula que el tiempo promedio dedicado por los recién egresados de enseñanza superior para la búsqueda de un trabajo es de 10 meses y, en promedio, su salario base es entre 11,000 y 15,000 lempiras.

La Secretaría de Trabajo pone a disposición cada semana un promedio de 200 vacantes, pero éstas corresponden al perfil de técnicos y profesionales de los campos de docencia bilingüe, ingeniería civil, ingeniería agronómica, y química y farmacia.

Hasta ahora, los psicólogos y pedagogos se encontraban entre los profesionales con menor porcentaje de desocupación, aunque no significa que sean los mejor remunerados.

Un estudio del Foro Social de la Deuda Externa (FOSDEH), divulgado hace cuatro años, refleja que Honduras ha entrado en lo que se da en llamar la "pobreza ilustrada", porque quienes logran obtener un título de enseñanza superior no necesariamente tienen garantizada la oportunidad de salir de su condición de rezago socio-económico.

Ahora hay licenciados, ingenieros y doctores que son pobres, porque no pueden insertarse en una actividad que esté en correspondencia con su grado académico.

El sector privado ya no está demandando profesionales universitarios en los porcentajes de antes. Paradójicamente, en el sector público, solamente el 45 ó 50 por ciento de los empleados tienen un grado universitario.

Otro fenómeno es que los egresados del nivel superior que tienen la ventura de encontrar un trabajo, comienzan a ganar salarios muy por debajo de las escalas de sus profesiones.

Por ejemplo, los jóvenes formados en las carreras más competitivas como la ingeniería en sistemas, mecatrónica y telecomunicaciones, reciben un sueldo de 16,000 lempiras, pese a que les correspondería devengar 25,000 lempiras mensuales, como mínimo.

Son masivos los casos de profesionales que, en su aflicción por no encontrar un puesto para ejercitarse en su área de formación, aceptan trabajar "de lo que sea" a cambio de sueldos que van entre los 8,000 y los 15,000 lempiras.

Los especialistas concluyen que el mercado laboral hondureño no tiene capacidad para absorber la cantidad de profesionales que egresan cada año. Y ello representa un retroceso, dado que -en lugar de generar una solución- desemboca en un problema mayor.

La acreditación de un título universitario no garantiza un empleo. Ante tal contratiempo, los estudiosos plantean cultivar el emprendimiento, el mundo de los negocios y el horizonte de las iniciativas con tenacidad, optimismo, creatividad y visión de futuro.