En el lapso entre 2009 y 2019, han sido diagnosticados más de      39,000 casos de dengue, en su modalidad hemorrágico o grave      como se le conoce ahora.

         Un promedio de 16 personas, la mayor parte niños, han muerto a   causa del dengue cada mes durante de enero a la primera   semana de diciembre del año en curso.

No tiene precedentes el índice de mortalidad causado por la peste del dengue en Honduras este año.

En una década, el dengue hemorrágico o grave ha ocasionado 328 fallecimientos a nivel nacional, lo que significa que entre 2009 y 2018, se produjeron 153 decesos y, entre enero y diciembre de 2019, 175 niños, jóvenes y adultos sucumbieron ante la peste.

Los informes de la Secretaría de Salud revelan que en 2009 se confirmaron 14 muertes; en 2010, la cifra subió a 83, la más alta conocida hasta 2018.

Entre los años 2011 y 2012, el número de muertes llegó -en su conjunto- a una decena de pacientes, mientras que en 2013 la mortalidad de la epidemia se disparó a 29 episodios.

En los años 2014 y 2015, los casos de la modalidad grave del dengue y que terminaron en fatalidad sumaron diez. En 2016, la infección cobró la vida de tres personas y 2017 es el único año que no registró saldos fatales.

En 2018, se reportaron cuatro pacientes muertos y en 2019 ese índice sobrepasa con creces 170 fallecimientos por la epidemia del dengue, en lo que se considera la más fatal en una década.

Con base en estas cifras, se concluye que un promedio de 16 personas han muerto a causa del dengue cada mes durante de enero a la primera semana de diciembre del año en curso.

En el lapso entre 2009 y 2019, han sido diagnosticados más de 39,000 casos de dengue, en su modalidad hemorrágico o grave como se le conoce ahora.

Respecto al año pasado, los cuadros de este tipo se han incrementado en 2019 en casi 2,000 por ciento. Las principales víctimas han sido los niños.

El dengue ha puesto a prueba los programas de prevención y el aparato de asistencia público. La violencia con que la epidemia ha impactado a la población ha dejado de relieve la incompetencia de la gestión pública de salud para enfrentar una emergencia de este tipo que sigue cobrando la vida de más enfermos.