En momentos en que el temor nos arrastra, la zozobra prevalece y la incertidumbre impone sus pautas, necesitamos medir muy bien los pasos que tenemos que dar para no llevar nuestro país al precipicio.

Sobre esta línea es que han sido consensuadas algunas acciones para sostener la economía, salvar a los micro, pequeños y medianos negocios y, adicionalmente, para proteger al menos 400,000 empleos que están en riesgo.

Estas iniciativas de alivio conllevan un componente tributario, elementos fiscales y algunos factores de asistencia social que, en su casi totalidad, están concebidas para paliar las dificultades de las micro, pequeñas y medianas empresas.

Convenimos en que son necesarias y pertinentes las disposiciones que han sido llevadas a puntos de concordia por el Poder Ejecutivo y que serán aprobadas en las próximas horas por el Congreso Nacional.

Pero no son integrales. Tendrían que ser consideradas como la primera fase de una estrategia que es obligatorio elaborar y ejecutar para enfrentar los efectos de la pandemia.

Las grandes empresas también requieren ser insertadas en el plan de contingencia para proveer de oxígeno a este sector que tiene una importante participación en la creación del Producto Interno Bruto de Honduras.

Son las grandes empresas las que contribuyen con el setenta por ciento de los tributos que ingresan en las arcas del Estado y las que  corren con el mayor riesgo en la inversión de capital para generar riqueza.

Con motivo del vendaval que ha traído el Covid 19, los gobiernos de los países vecinos se han adelantado a construir un plan de ayuda a la iniciativa privada de gran escala, a través de incentivos tributarios, financieros y de otra naturaleza, con el objetivo de facilitar el manejo de la actual adversidad.

En nuestro país, se ha demandado un mayor esfuerzo y contribución de los grandes inversionistas. El cuestionamiento es: ¿Cuál va a ser el sacrificio asumido por el Gobierno? ¿El mínimo compromiso, tal vez?

Porque así ha ocurrido históricamente, cuando Honduras ha sido abatida por fenómenos naturales devastadores o por pestes de menor magnitud en comparación con la que nos azota hoy día.

En las circunstancias en las cuales nos toca batallar, dicho sea de paso con mayores dificultades respecto a otras naciones, la gran empresa necesita un espaldarazo. La razón es sencilla y llana: La crisis del covid-19 también golpea a este segmento como también lo hace con los otros sectores de la hondureñidad.

El esfuerzo para sacar a Honduras del estado de coma en que está cayendo debe ser compartido de manera equitativa y a la luz del principio de una responsabilidad recíproca.