El endeudamiento es una asignatura que suele provocar áridas discusiones e interpretaciones opuestas.

Los responsables de manejar la política fiscal del país afirman que se ha marcado una buena ruta para mantener bajo control la relación entre los ingresos y los egresos.

También está planteada la confrontación en torno a los datos que muestran que la deuda pública de Honduras roza el 50 por ciento del Producto Interno Bruto, un rango perfectamente sostenible para los voceros gubernamentales, pero de sumo peligro para expertos independientes.

Los entendidos que no necesariamente son altavoces del sector oficial han expresado su recelo por la celeridad con que Honduras se hizo de cargas asfixiantes en distintas épocas de la administración del Estado.

La deuda interna y externa ronda los 12,000 millones de dólares. En el reciente pasado, los fondos gestionados en condición de endeudamiento interno y externo fueron dirigidos, en su mayoría, a satisfacer de manera irresponsable el gasto corriente.

En términos rigurosos, la deuda pública ha constituido para nuestro país una carga fiscal que ha terminado por golpear la red social, además de representar un valladar para el crecimiento económico y un estigma del subdesarrollo.

Lo injusto es que la cuota gruesa de sacrificio exigido por el endeudamiento público cae sobre la población, la víctima sorda y muda de los excesos cometidos en todas las gestiones gubernamentales que han metido al país en un remolino de créditos imposibles de pagar.

Sin ser expertos en la materia, entendemos que el endeudamiento es un compromiso que los países que no tenemos solvencia financiera nos vemos forzados a adquirir para cubrir nuestros profundos hoyos fiscales.

Pero necesitamos mantenernos en los márgenes de la sensata gestión de ingresos en contraposición con los gastos. No se trata de "satanizar" el endeudamiento, toda vez que las proyecciones de tales compromisos estén dentro de nuestra capacidad fiscal.

La inversión, la producción, la generación de empleo y la eficiente operación gubernamental son los elementos que tienen que guardar una correspondencia con nuestro pesado endeudamiento, en una dinámica que busque el bienestar social y el desarrollo económico.