Honduras está bajo alerta roja, una decisión que entró en vigor el fin de semana, con el propósito de detener una desproporcionada multiplicación de contagios.

En tiempos de crisis, se ha hecho evidente la fragilidad del aparato hospitalario y el sistema de centros de salud, independientemente de que más de una docena de establecimientos asistenciales hayan sido identificados dentro del plan de abordaje de la emergencia.

El programa de acción comprende al menos una red de 13 hospitales que han sido habilitados para recibir a los enfermos en salas de aislamiento.

El talón de Aquiles está reflejado en el hecho que no hay suficiente disponibilidad de equipo, insumos y otros artículos que son indispensables para hacerle frente a la actual crisis sanitaria.

De acuerdo con lo informado a HRN por fuentes de crédito, el Hospital El Tórax de esta capital apenas cuenta con tres ventiladores mecánicos que son urgentes para manejar los cuadros críticos.

En el Hospital Escuela, el que absorbe uno de los porcentajes más grandes de la población enferma, apenas existen en funcionamiento cinco de tales aparatos.

No están a la mano los informes en torno a la situación de los otros hospitales del Estado, y la de los establecimientos del Seguro Social, pero se sabe que es de marcada deficiencia.

Los hospitales públicos de San Pedro Sula, Cortés; Tela, Atlántida; y Yoro, en el departamento del mismo nombre, son abastecidos desde ayer domingo de gel desinfectante, indispensable para evitar el contagio del nuevo virus entre los habitantes del sector.

Los centros privados, de su lado, comenzaron a remitir al Laboratorio Nacional de Virología las muestras de casos sospechosos del nuevo virus que, a nivel mundial, ha causado un número superior a cinco mil muertes en más de 120 países.

Desde el sábado están en ejecución medidas que prohíben concentraciones multitudinarias, para lo cual se ha dispuesto que las reuniones -de cualquier finalidad de que se trate- no deben sobrepasar las 50 personas.

La distancia que tiene que ser guardada entre cada persona es de al menos un metro; además, se ha insistido en que la población no debe salir de sus casas, a menos que sea estrictamente necesario.

La empresa privada ha instruido para que los centros de trabajo vigilen de cerca los protocolos de prevención y seguridad o permitan modalidades para el desarrollo de algunas asignaciones en casa.

Igualmente, una de las principales reglas para disminuir la diseminación de expedientes positivos del COVID-19 es la limitación en el ingreso a iglesias, centros comerciales, unidades industriales y establecimientos de diversión.

Dos situaciones están pendientes de ser intervenidas. La primera es el acaparamiento y el abusivo incremento en el precio de productos antisépticos y, la segunda, es garantizar el uso transparente de los recursos que han sido aprobados para ejecutar obras de fortalecimiento del sistema sanitario.

Además: Alerta roja y emergencia sanitaria