Un balance fiscal es una condición sin la cual no es posible tener orden en la hacienda hondureña, muy presionada por el alto endeudamiento y el gasto improductivo, además de la distribución inequitativa de los recursos.

De todos es conocido que las finanzas públicas están maltrechas y que la reapertura económica no es sinónimo de una reactivación del aparato productivo para la generación de riqueza, el rescate de empleos perdidos y la creación de más plazas laborales.

La eventualidad por la que atraviesa Honduras es mucho más compleja que las de otras naciones de la región. Se recuerda que el país ya mostraba una desaceleración económica antes de que se implantara la pandemia covid-19.

Ahora los indicadores son más que negativos. El Producto Interno Bruto ha caído en diez por ciento, las exportaciones e importaciones totales se derrumbaron en 1,800 millones de dólares, el 60 por ciento de las empresas que todavía están en pie enfrentan dificultades mayores y el 40 por ciento ya fenecieron.

Por la pérdida o suspensión de casi dos millones de empleos en la economía formal y en mercado informal y debido a la agudización de los problemas sociales, se prevé que la pobreza se elevará más allá del 70 por ciento.

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Los analistas, principalmente los versados en economía y finanzas concuerdan en que Honduras no tiene un plan de contingencias para reencauzar al país y reactivar su corazón productivo.

La reinvención de los sectores de la economía será primordial para reactivar la generación de riqueza en Honduras, a juicio del banquero Camilo Atala, quien aboga por un apoyo más agresivo a sectores que juegan un papel importante como la agricultura y la agroindustria.

De su lado, la ex presidente del Banco Central, María Elena Mondragón, señala que Honduras está en una recesión y los pronósticos no son alentadores.

La recuperación de la economía será gradual, de manera que al cierre de 2021 podría alcanzar un cinco por ciento, muy detrás de los niveles necesarios para obtener un relativo impacto.

El ex ministro de Finanzas, Arturo Alvarado, hace énfasis en el reto de devolverle al Presupuesto de la República su razón de ser un instrumento de planificación del desarrollo.

Según el análisis de Alvarado, el plan de ingresos y egresos para el período fiscal 2021 debe ser elaborado sobre los criterios de balance, enfoque, austeridad y cautela en los renglones de endeudamiento y gasto corriente.

¿Cómo observa la academia el desafío de Honduras frente a la urgencia sanitaria y sus alcances económicos? El vicerrector universitario y ex titular del Colegio de Economistas, Julio Raudales, considera que se ha dejado de lado la adopción de una política púbica de auxilio a los grupos más frágiles como los que se dedican a las actividades informales.

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La paralización económica ha provocado la pérdida de 400 mil empleos en este segmento, solamente en el Valle de Sula y en la capital, según el recuento mostrado por los pequeños y medianos emprendedores.

Una reactivación inteligente post-pandemia requiere de una reformulación de las políticas públicas, pero con inclusión de todos los sectores.

En este proceso, el país necesitará de un fuerte apoyo de los organismos externos. Dante Mossi, presidente del Banco Centroamericano de Integración Económica, enfatiza que la cartera de apoyo a Honduras ha sido fortalecida con cerca de 900 millones de dólares y que en los próximos días se realizará un desembolso de 300 millones de dólares.

Una verdad central es que la planificación del desarrollo del país implica una visión de largo plazo y un compromiso de todos los sectores para alcanzar un consenso por Honduras.