En los últimos tres años la economía ha experimentado un crecimiento más o menos regular; pero en 2019, se observará un retroceso que llama a preocupación por su impacto adverso sobre la apertura de empleo, inversión y reducción de la pobreza.

En 2016, la economía creció en 4.8 por ciento; en 2017, lo hizo en 3.8 por ciento; mientras en 2018, se situó en 3.7 por ciento. Y para el presente año, se había proyectado una subida mayor a cuatro por ciento.

No será así. Los conocedores han señalado que apenas y se puede aspirar a que la economía nacional muestre una progresión muy modesta de 2.5 por ciento.

Se estima que Honduras retrocedería cinco años por la desaceleración económica. Los expertos han recomendado la marcha de una estrategia encaminada a atraer mayor inversión. El Gobierno ha anunciado un programa concentrado en el crédito y en el mejoramiento del clima de negocios.

Una revisión somera de las consecuencias del estado de postración en que ha caído el Producto Interno Bruto, permite establecer que los rubros más golpeados son el café y la construcción.

La caficultura dejaría de ser una de las principales fuentes de ingresos por dos causas básicas: El desplome de la economía nacional y la caída sostenida en los precios internacionales. Las divisas generadas por este rubro se reducirán en alrededor de 150 millones de dólares

Y en la industria de la construcción, el rezago del Producto Interno Bruto influirá en el descenso de 1.5 por ciento de la actividad y en la pérdida de empleos por el orden de 20,000 plazas.

Los empresarios, industriales, economistas y entendidos en finanzas han puesto el grito en el cielo, porque consideran que ante el presente estado de recesión la administración gubernamental no ha elaborado un plan de contingencias.

Estos sectores críticos han urgido la puesta en marcha de un programa de reducción de gasto, simplificación tributaria y protección de los puestos de trabajo, además de la expansión de la inversión.

Una de las conclusiones a que llegan los expertos en finanzas, es que el impacto de la desaceleración económica es directo para los micro y pequeños negocios y en un grado mínimo para los grandes empresarios, lo que indica que las medidas ante la crisis deben ser orientadas hacia los más afectados. En ese contexto se ha propuesto una política de rescate económico.

Hasta el año pasado, las actividades que más habían contribuido a la formación del Producto Interno Bruto son el sector financiero, la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca.

En menor grado tuvieron su participación la electricidad, el agua, la manufactura, las comunicaciones y la construcción, según consta en los informes del Banco Central.

Todos estos rubros muestran este año un comportamiento deprimido, cuyos efectos impactan sobre la inmovilidad económica, el retroceso en la inversión, las proyecciones sobre la pérdida de plazas laborales y las estimaciones que dicen que este panorama sombrío dejará 300,000 nuevos pobres.