No solamente los empresarios y los industriales han expresado su rechazo a la estratosférica cifra en que sido fijado el Presupuesto para el ejercicio fiscal 2020.

Organizaciones no gubernamentales y entidades que bregan a favor de la transparencia y la rendición de cuentas tienen criterios uniformes respecto a la inequidad en la distribución de recursos.

¿Hay manera de que una economía debilitada y en recesión como la hondureña pueda servir de plataforma para el desarrollo del país y el mejoramiento de las condiciones sociales de la población?

Economistas y profesionales de las finanzas sostienen que el Presupuesto de la República debe ser un instrumento de desarrollo y no un plan de gastos para sostener la enorme burocracia.

Un análisis del Foro Social de la Deuda Externa (FOSDEH), destaca que en la última década el Presupuesto de la República se ha elevado en 145 por ciento en los últimos diez años.

Esto significa un crecimiento desmesurado de la partida dirigida a la Administración Central, porque se ha movido desde 68,000 mil millones de lempiras en 2010 a 155, 000 millones de lempiras en 2020.

El plan de egresos aprobado para 2019 asciende a 262,000 millones de lempiras. El año pasado, 2018, tuvo un presupuesto de 243,000 millones y para 2017 fue puesto en vigencia una asignación de 228 mil 700 millones de lempiras. En 2016, la partida era de un poco más de 206 mil millones de lempiras y, en 2015, el sostenimiento del aparato estatal costó más de 185 mil millones.

En 2014 el presupuesto aprobado para la Administración Central alcanzó 96 mil millones de lempiras, mientras los entes desconcentrados recibieron una partida de nueve mil millones y las instituciones desconcentradas funcionaron con aproximadamente 79 mil millones de lempiras.

Al término del período 2014-2020, se habrá devorado una suma de alrededor de un billón 590 mil millones de lempiras, que es la cantidad que habrá costado a los hondureños sostener el aparato estatal en siete años.