En los sectores productivos se ha generado la zozobra, en tanto que estudios especializados advierten que el retorno de los temidos "apagones" es real y está a la "vuelta de la esquina".

Incluso, ya se nos ha advertido que los racionamientos comenzarían a ser ejecutados en marzo en las zonas norte, oriental y occidental, casualmente las más afectadas por problemas de potencia y transmisión.

Desde finales del año pasado se había alertado sobre el fuerte déficit que se presentaría si no eran adquiridos 260 megavatios en 2020, 100 megavatios en 2021 y otros 500 en 2024.

El problema de los racionamientos que hemos enfrentado en el pasado y que estamos a punto de experimentar, tiene su origen en la desastrosa administración de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica.

No ha sido posible llevar adelante una planificación en los renglones de generación, transmisión y suministro del fluido eléctrico. A esta condición caótica, se agregan los desequilibrios financieros y la monstruosa contaminación de la estatal por causa de la corrupción.

Algunas voces de políticos han salido a restarle importancia al peligro que la mayor parte del país se quede sin energía. Estos personajes, al vez acomodados, califican dicho anuncio como una acción orquestada para infundir miedo entre la población y forzar la contratación de emergencia de potencia a altos costos.

No se trata de mezclar la viciosa política en un asunto vital como es la generación, transmisión y suministro de energía eléctrica que constituye el motor del aparato productivo y el nervio de la economía nacional.

Porque es una verdad irrefutable que los "apagones" resultan ser fatales por sus consecuencias. ¡Que este espectro sea atajado, si es que todavía hay tiempo! ¡Que Honduras camine hacia la transformación integral del sub-sector eléctrico!

¡Cuán condenable es que hayan transcurrido tantos años sin que se hubiese hecho lo pertinente! Más bien se apilaron todos los males resumidos en las pérdidas técnicas y no técnicas, la tardanza en la adjudicación o la contratación amañada de proyectos de generación de energía eléctrica y la falta de planificación.

¡Basta de demoras, de compromisos falsos de los políticos -incluidas las promesas de los interventores- y de planteamientos cortoplacistas para ponerle fin, de una vez, a la crisis de la ENEE!

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