Honduras tiene un marcado rezago en el desarrollo de pruebas de diagnóstico de Covid 19, porque no se ha ido al campo a contar a los pacientes con síntomas; tampoco a aquéllos que todavía no presentan signos de alarma.

Uno de los señalamientos críticos que se han formulado es que se ha seguido una estrategia basada en la llegada, por voluntad propia, de los enfermos hacia los hospitales y centros de salud, aunque las autoridades del ramo niegan enfáticamente dicha especie.

A partir de esta semana, las acciones serán ejecutadas a la inversa y en la ruta que los expertos consideran correcta. Las mismas brigadas médicas irán a las comunidades donde están los núcleos de infección.

El propósito es identificar a quienes están infectados, una masa silenciosa y, además, indeterminada, porque podría rondar entre 10,000 y 500,000 personas.

Algunos entendidos dicen que en Honduras hay no menos de mil casos y, por cada uno de ellos, se contarían diez más, lo que daría como resultado 10,000 infectados.

Otros, calculan que cada diagnosticado con el virus puede haber contaminado a mil. Esta multiplicación llevaría a una cantidad de 500,000 personas positivas y asintomáticas.

Por ahora, Honduras presenta tres semanas de retraso en el conocimiento de casos positivos del nuevo virus. Esto hace necesaria y urgente una respuesta pronta.

Algunos resultados tímidos se han obtenido con la alianza estratégica entre empresas privadas y el Laboratorio Nacional de Virología, que se ha reflejado en un mayor número de muestras procesadas.

Funcionarios de Salud han justificado que se ha hecho todo lo posible para la compra de pruebas de diagnóstico del nuevo virus, pero en esta carrera Honduras lleva las de perder. Todos los países exploran en el mercado la venta de test.

Los especialistas en epidemiología y virología son de la opinión que Honduras no debe demorar más en el replanteamiento de la manera cómo es abordada la contingencia. 

Una de las prioridades para cumplir con este propósito es redoblar esfuerzos, especialmente en los departamentos donde se ha presentado una mayor incidencia del nuevo virus.

La intervención “casa por casa” debe permitir la ubicación de las personas contagiadas por el nuevo virus y, asimismo, reducir la tasa de mortalidad e incrementar la cifra de pacientes recuperados.