Suecia es el único país europeo en donde sus habitantes continúan ejerciendo sus funciones con normalidad, pese al registro de 2,016 casos de coronavirus y 25 muertos.

El gobierno sueco ha decidido no detener la vida económica y social. Todo está abierto: restaurantes, bares, centros comerciales, escuelas.

Solo se prohíben las concentraciones de más de 500 personas y se permite hacer deporte, en solitario o en equipos.

El Gobierno no impone restricciones por ley, aconseja. Por ejemplo aconseja que se mantenga una higiene escrupulosa y que la gente se encierre una semana en casa en cuanto tenga algún síntoma de la enfermedad. A los mayores de 70 años se les pide que salgan lo menos posible.

Los colegios, desde jardines de infancia a secundaria, siguen abiertos. Mientras que las universidades aconsejan seguir vía online todos los cursos que se puedan pero también permiten la asistencia a clases presenciales.

El éxito de su modelo (siempre y cuando en los próximos días no se dispare el número de afectados y de fallecidos) se basa más en la disciplina social que en la imposición de restricciones por ley.

También, aunque no hay ninguna restricción para salir a la calle, la gente lo hace sin formar grupos y manteniendo siempre la distancia de seguridad.

Los expertos dicen que si el crecimiento de casos y fallecidos no aumenta exponencialmente y en los próximos días y semanas empieza a bajar, Suecia habrá conseguido vencer al virus sin destrozar su economía y su vida social. Probablemente gracias a una población que cumple con las recomendaciones antes de que la obliguen a cumplirlas.