La educación en Honduras es una deuda que no ha sido saldada en el pasado y que más bien se ha incrementado en el presente. Cerca de dos millones alumnos recién comenzaron el período 2020 con muchas carencias.

La constante en la casi totalidad de los centros de enseñanza públicos del país son los problemas en su infraestructura, la falta de espacios para más aulas, la limitada disponibilidad de material pedagógico y el reducido acceso a los servicios públicos.

Las evaluaciones focalizadas muestran una situación calamitosa. El 40 por ciento de las instituciones no tiene energía eléctrica y el 19 por ciento no cuentan con acceso a agua potable.

Más del 30 por ciento; esto es, 4 mil establecimientos, no tiene alcantarillados. Otro dato: El 80 por ciento de las instituciones ha recibido textos, pero no son suficientes. Al menos la cuarta parte de los estudiantes no utilizan esos materiales o libros.

Los datos proporcionados por los mismos funcionarios de las Direcciones Departamentales, los directivos de los colegios magisteriales y otros actores del sistema educativo, revelan que siete de cada diez establecimientos de enseñanza tienen problemas en sus infraestructura. En algunos sectores, alcanza el 90 por ciento.

Además, 23 de cada cien escuelas y colegios a nivel nacional (unos 5,400), funcionan en predios cuya situación legal todavía no está determinada.

Encima de todos estos datos que retratan las necesidades de los centros de enseñanza estatales, los padres de familia financian los servicios de vigilancia, aseo y otros renglones.

La semana que recién concluyó abundaron las quejas de los padres de familia y de los alumnos, así como las demandas de los docentes, quienes condenaron la indiferencia de las autoridades para responder a las necesidades elevadas a su conocimiento.

Sólo para mencionar unos cuantos casos, los padres de familia del kínder Gabriela Mistral de la capital exigieron la reparación de ese centro de enseñanza, porque se encuentra en ruinas.

En la Escuela República de Perú, denunciaron que no hay presencia policial, pese al acoso de los malhechores, y en el Instituto Superación San Francisco, sus estudiantes y maestros siguen a la espera de la dotación de mobiliario.

Siempre en el Distrito Central, los profesores del Instituto Renacer han pedido a la gestión gubernamental la pronta habilitación de aulas de clases y de un laboratorio, lo que permitiría mejorar los programas de enseñanza-aprendizaje.

Instituciones de reconocida trayectoria en la formación técnica, como es el caso del Luis Bográn y del Honduras, enfrentan dificultades con la instrucción práctica de los jóvenes, porque no existen herramientas ni insumos requeridos.

Las condiciones desfavorables en que son impartidas las clases y el pobre entorno en que se desarrollan los menores en sus escuelas y colegios son muchas y representan una "historia muchas veces contada", una deuda nunca honrada.